Tendida en la cama junto a Pablo me dormí muy pronto pese a la angustia por mis compañeros retenidos y la fetidez etílica que desprendía mi acompañante.
De esa noche no recuerdo ningún sueño. Temía que las pesadillas que me sacudían últimamente también perturbaran aquella noche. Además había material de sobra con mi estancia en New Haven, la visita al antiguo hogar paterno, ahora en ruinas, o mis sentimientos hacia Helena, presa y en peligro. Sin embargo, supongo que el cansancio acumulado pudo conmigo y con mi subconsciente porque dormí del tirón y me levanté sin recuerdos.
Salvo una cosa, pero estoy convencida de que no fue un sueño: Creo que ya era de día, porque entraba luz natural por una entrada del container. Sólo recuerdo que un hombre maduro cuya voz me parecía familiar le decía, supongo que a Melisán: "Necesitará tu ayuda. Cuida de ella. Además, creo que puede ayudarnos a nosotros. Llévala a ver a Khan".
A continuación recuerdo escuchar el ladrido de Trotsky y seguí durmiendo.
***
Peor descanso tuvieron Víctor y Helena, recluidos juntos en una habitación vacía y cerrada con llave. Nadie les dio ninguna explicación, ni les dijeron qué iban a hacer con ellos. Sólo sabían que yo había escapado, pero intuían que si iba a buscarlos caería en la trampa de Número 2. Y esa era la intención del mercenario.
Éste había tenido noticias mías a raíz de los acontecimientos de New Haven. A partir de ahí averiguó que me dirigía a Davenport. Sus contactos con la mafia hicieron el resto. Renó estaba a sueldo de uno de los líderes mafiosos que en otras ocasiones contaba con los servicios de Número 2. Pero una vez más, yo me había escabullido de entre sus dedos. La diferencia es que retenía a Víctor y a Helena y su instinto le decía que aquellos prisioneros le llevarían hasta mí.
Cuando llegaron a la discoteca, los paramilitares no habían reparado en ellos. Entraron a buscarme y punto. Víctor y Helena se podrían haber largado sin llamar la atención y ponerse a salvo. Sin embargo, al parecer Helena no tenía ninguna intención de irse sin mí. Quería apartar a Número 2 y a sus secuaces y que no me pasara nada. Quizás en una circunstancia normal, Helena pudiera haberse librado de los paramilitares, pero la herida de New Haven no estaba cicatrizada, ni muchísimo menos, y Víctor, por su edad, no es un gran luchador. A penas se dejaron ver, tras varios forcejeos pudieron reducirles.
- ¡Esta vez no te me escaparas, Exiliada! - Se prometía a sí mismo Número 2.
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