Relatos de Jjojismos

· La última bolchevique (concluido), una mujer regresa del exilio y se encuentra con un país devastado por la guerra. Perseguida, deberá aliarse con los compañeros que la traicionaron para luchar por su supervivencia.
· Una nueva historia (en proceso), 1913, han asesinado al hijo de un importante empresario, el detective Jhan, un troglo, no cree que el sospechoso detenido, un trabajador de oficinas mamón, sea el verdadero asesino.
· Jaime (en proceso), la secuela de La última bolchevique. Bella, colaboradora de los nuevos bolcheviques se lanza a la búsqueda del a la par odiado y amado Jaime para evitar una nueva guerra.
· La muerte de Ishtar (en proceso), nos situamos a finales del siglo IV, principios del V. La nueva religión cristiana se abre paso frente a las antiguas creencias paganas. Dos mundos chocan y luchan entre intrigas, persecuciones y aventuras.

martes, 22 de julio de 2014

La muerte de Ishtar. Capítulo 3.5

Helena se asustó al ver la estatua de bronce. Siempre recluida en el convento, no sabía quién era y no asociaba la figura con ningún pasaje bíblico. Solo podía tratarse de un demonio o un culto pagano.

- ¿Te asustas niña? ¿Te da miedo? ¿A ti que eres una abominación?

Era la segunda vez que Andrés la llamaba así. "abominación". Estaba asustada, cierto, pero no podía consentir que ese hermano la tratara sin ningún respeto. En el monasterio las hermanas se trataban con amabilidad e incluso cariño y hasta la abadesa las trataba como si de una buena familia se tratara. Esas formas no parecían de hombre de dios, parecía más bien un bárbaro o un pagano.

La muerte de Ishtar. Capítulo 3.4

El monje Andrés condujo a la monja Helena a través de las cavernas sin otra ayuda que la antorcha que portaba. Sin embargo, se orientaba con soltura a pesar de los ramales y recovecos que daban forma a un nudo de cavernas y túneles. Conocía el lugar y sabía hacia donde iban.

Caminaban deprisa. Más bien era Andrés el que arrastraba a Helena tirando de su mano. La joven monja a duras penas podía seguir el ritmo del grandullón. Andrés estaba seguro de que nadie les seguía, pero no parecía dispuesto a detener la caminata ni para descansar. Siempre existía la posibilidad de que algún bárbaro, durante el saqueo del monasterio, encontrara la salida a las cavernas.