- La policía actuó primero en un almacén abandonado del Polígono Este. Allí hubo un tiroteo y dos cadáveres.
Era la voz de un hombre mayor, se escuchaba procedente de una pantalla. Su resplandor era la única luz que iluminaba aquel cuarto oscuro. Levemente se percibía una silueta de hombre. Alguien que escuchaba con atención aquellas palabras. Era "Número 2". Como sabíamos, había logrado escapar del hospital. Pero no estaba intacto. La oreja derecha la tenía vendada, y la cara la tenía llena de arañazos y cicatrices. En su ojo derecho había una notable hemorragia interna. Estaba sentado en un sillón, concentrado en la pantalla.
- Inmediatamente, -continuó aquella voz - diversas patrullas policiales abordaron nueve pisos del populoso barrio de la Colmena. En al menos tres, la situación derivó en incendios. La prensa no ha dicho nada, tan sólo que el más grave de los incendios fue producto de un escape de gas.
- ¿Gas en La Colmena? - señaló con sorna "Número 2" – La prensa es estúpida. ¿Qué será lo próximo? ¿Qué lo del hospital fue por un cortocircuito?
- Ya ves, Número 2. En el Ministerio Especial de Pacificación hay mucho caos estos días, luchas de poder, intrigas, ya no trabajan bien. No obstante, aunque Número 1 piensa que lo tuyo en el hospital ha sido muy poco sutil, el resultado sí es satisfactorio. Nuestros socios están muy contentos porque el miedo a la guerra y al bolchevismo ha vuelto a avivarse.
A Número 2 le aburrían aquellas discusiones políticas. Se lo hizo notar a su contacto con Número 1 mediante un bostezo.
- Está bien. Continúo: De esos nueve pisos, ocho corresponden a trabajadores de una factoría cercana de Cia+Fia. El noveno, a los padres de una de esos ocho. Es precisamente uno de los cadáveres del almacén: una mujer que hemos identificado como veterana de las milicias de Jaime en la guerra antifascista, casada con otro antiguo miliciano. Ambos en la unidad militar de la Exiliada.
Número 2 le interrumpió.
- ¡La Exiliada!
- Número 1 está convencido de que todo ese lío lo ha vuelto a provocar tu amiga, por eso me ha ordenado que me ponga en contacto contigo Número 2. Quiere darte otra oportunidad.
- No le fallaré. Ya he invertido mucho en este asunto. Es algo personal.
Calculo que Número 2 recibió aquellas instrucciones mientras nosotros escapábamos de La Colmena con Bruno y su bebé. Lo cuento ahora porque creo que es mejor seguir un orden cronológico en el relato, aunque yo no estuviera presente. Así me ahorro de explicaciones complicadas cuando más adelante me volví a encontrar con aquel mercenario. Por supuesto, donde hay un "Número 2", tiene que haber un "Número 1" que yo aún no conocía.
Pero volviendo a nuestra huida de la Colmena. Os podéis imaginar cómo se encontraba Bruno. Lo de su mujer... ¡uf!
Para mí todo aquello también era complicado. Gloria había servido en mi batallón, junto con Bruno. Ya durante la guerra creo que se liaron un par de veces. Unos polvillos inocentes entre batalla y batalla. Ambos estaban en mecánica, arreglando los instrumentos, armas, vehículos... aunque en los momentos más complicados, también se ponían a pegar tiros. De los dos, con el que más relación tuve fue con Bruno. Me parecía el más serio, el más eficiente, leal... Gloria siempre me pareció un poco aventurera y frívola... pero ¡diablos! no como para que se convirtiera en una traidora capaz de delatarnos a todos.
Supongo que todo cambió cuando tuvo al bebé. Todo cambia cuando se tiene un bebé. Eso dicen. Tiene sentido. ¿Pero fiarse de las BAB para salvar a su familia? Es de locos... y también es una demostración del grado de desmoralización que domina a todos los que en su día luchamos en las guerras. Sólo te conviertes en un delator si piensas que la causa está perdida... si piensas que no hay nada que hacer excepto salvar tu propio pellejo y, sobre todo, el pellejo de aquellos a los que quieres. ¿De qué le valió a Gloria?
Aún hoy no puedo olvidar a ese comisario gordinflón. Salvando a la hija de Bruno se estaba condenando a si mismo... es curioso que un acto tan digno saliera de un miembro de las cloacas del Estado. Eso significa que el poder de la República no es todopoderoso... Si aquellos que tienen que protegerla, protestan contra sus injusticias... ¿no es eso un síntoma de tremenda debilidad, más que de fortaleza?
Pensaba en todo esto mientras sujetaba la mano a Bruno. Mi compañero miraba desolado a su bebé mientras, sin duda, no dejaba de darle vueltas a la muerte de Gloria. No había abierto la boca en todo el viaje.
Pablo conducía la furgoneta acompañado por Víctor en la cabina. No sabíamos muy bien dónde ir. Dábamos vueltas por barrios alejados de la ciudad. Pablo insistía en Davenport, pero Víctor se imaginaba controles en las principales salidas de Cáledon. ¿No les habíamos dicho a los trabajadores que huyeran de la ciudad? ¿Qué se refugiaran en el segundo motel y todo eso? Víctor se limitó a explicar que algunos se salvarían y otros no, que él no se imaginaba un operativo tan brutal, capaz de prender fuego a un populoso barrio. Pero Cáledon tampoco era un lugar seguro. Teníamos que decidir qué hacer.
Sonó entonces el móvil seguro de Bruno. Bruno no tenía ganas de atenderlo y me lo pasó a mí. Me puse y reconocí la voz de una de las gemelas.
- ¿Aral? ¿Lara?
- ¿Quién eres? ¿Dónde está Bruno?
- Bruno no está en condiciones de ponerse. Soy la Exiliada.
Se hizo un instante de silencio.
- ¿Por qué nos mentisteis? Da igual. Mira todo lo que has provocado Exiliada - Traté de explicarme, pero la gemela, la que fuera, probablemente Aral, me interrumpió - Escúchame. En cuanto nos enteramos de lo que pasó supimos que aún seguías en Cáledon. Ella quiere verte.
- ¿Ella? ¿Quién es ella? - Bruno me miró sin saber nada al respecto.
- La conoces. Te estaba esperando. Bruno conoce los cines de Lacánsir. Dirigíos allí. Os recogeremos y os daremos protección.
Y la gemela colgó.
- Parece que conoceremos al verdadero cerebro de la red - dijo Víctor. - Estaba claro que detrás de todo no podían estar simplemente esas gemelas simplemente.
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