Relatos de Jjojismos

· La última bolchevique (concluido), una mujer regresa del exilio y se encuentra con un país devastado por la guerra. Perseguida, deberá aliarse con los compañeros que la traicionaron para luchar por su supervivencia.
· Una nueva historia (en proceso), 1913, han asesinado al hijo de un importante empresario, el detective Jhan, un troglo, no cree que el sospechoso detenido, un trabajador de oficinas mamón, sea el verdadero asesino.
· Jaime (en proceso), la secuela de La última bolchevique. Bella, colaboradora de los nuevos bolcheviques se lanza a la búsqueda del a la par odiado y amado Jaime para evitar una nueva guerra.
· La muerte de Ishtar (en proceso), nos situamos a finales del siglo IV, principios del V. La nueva religión cristiana se abre paso frente a las antiguas creencias paganas. Dos mundos chocan y luchan entre intrigas, persecuciones y aventuras.

lunes, 14 de abril de 2014

Jaime. La bolchevique 3.3.

El garaje estaba oscuro. Era húmedo y tenía un característico olor a cerrado. A primera vista parecía desierto. Pero no era así.

Unos focos se encendieron de golpe iluminando con intensidad hacia donde estaba el grupo. Eran los focos de un todoterreno oscuro. Le siguieron los focos de otros dos todoterrenos. Apenas pudieron reaccionar ocultándose detrás de unos coches aparcados. 
Rápidamente, de los todoterrenos salieron hombres armados vestidos de negro y con pasamontañas. Bella recordaba de sus andanzas con la Leona que así vestían los paramilitares al servicio de Número 2. ¿Serían ellos? La reflexión fue corta porque sin más preámbulos, los paramilitares desplegados abrieron fuego contra los coches que les servían de refugio al grupo de Bella. Martillo y el matón de Tantoun trataron de responder al fuego, pero éste era excesivo: Uno de los coches saltó por los aires y el otro parecía un queso gruyere. Pudieron refugiarse tras otros dos coches pero la situación no parecía tener salida.

Tantoun, finalmente se resignó. Había perdido su sombrero con pluma en la carrera, pero no sólo el gorro, también su habitual gesto confiado: Ahora se le veían visiblemente preocupado. Ordenó a su hombre que dejara de disparar. Martillo le imitó.

- Nos rendimos. - Gritó con toda su fuerza tratando de superar con su voz el ruido de los disparos semiautomáticos. 

Los paramilitares dejaron de disparar y esperaron. Tantoun ordenó a su matón que saliera del escondite. Así lo hizo, salió con las manos bien visibles, dispuesto a tirar su arma lejos para ganarse la confianza de los paramilitares. Pero no fue necesario. Una bala le atravesó la cabeza. Martillo devolvió el fuego pero la situación era imposible. Los paramilitares no querían prisioneros.

- ¡Estúpidos! ¿No saben el dinero que yo valgo? - gimió tembloroso y a la vez indignado Tantoun.

Entonces otro coche del garaje situado al costado de los paramilitares explotó. La onda expansiva les alcanzó de pleno causando algunas bajas y, sobre todo, sorpresa generalizada. A continuación se oyó un motor acelerando y el chirrido de unas ruedas. Cerca de donde estaban Bella, Martillo y Tantoun frenó en seco una furgoneta de color gris. Su conductor, irreconocible bajo un casco de motorista, les indicó que subieran mientras no dejaba de disparar con su mano izquierda. No tenían otra opción así que corrieron a la furgoneta en medio de la lluvia de balas, abrieron su puerta lateral y saltaron al interior. La furgoneta arrancó y avanzó como un suicida hacia los paramilitares. Aprovechó un espacio entre los todoterrenos y ya sin lunas ni retrovisores y con las ruedas pinchadas lograron salir del garaje. 

- ¡Rápido! ¡Abajo!

Así hicieron. Habían parado justo al lado de otra furgoneta, en esta ocasión blanca. Curiosamente, pensó Bella, el mismo modelo que había servido a la Leona para recorrer la República en busca de los antiguos bolcheviques. 

Los paramilitares les perseguían disparando sin contemplaciones y la policía que rodeaba el centro comercial también fue alertada del tiroteo, pero parecía que el motorista lo tenía todo pensado. En el interior de la furgoneta, además de una motocicleta y varias cajas con material que parecía militar, les aguardaba una ametralladora con la que Martillo pudo repeler el fuego enemigo. El motorista les condujo hasta una parada del metro donde les indicó que se bajaran. Así hicieron. El motorista ni tan siquiera se despidió. Volvió a acelerar y se alejó calle abajo.

- Parece que tienes un ángel de la guarda, bolchevique - le dijo Tantoun a Bella ya mucho más tranquilo y habiendo recuperado su sonrisa y gesto confiado.

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