Nick y sus compañeros estaban en el bar, justo al lado de su taller. Allí desayunaban. En ese bar también se ofrecían comidas... Y otros tipos de servicio. Las señoritas que allí trabajaban eran emigrantes de las colonias -negras-, pero también había algunas semitas a las que sus chulos les arrancaban el hiyab a la fuerza. El camarero era Jhon, "el de toda la vida", le decían, porque llevaba toda su vida trabajando tras esa barra. Era gordo y viejo, de humor agriado, olía a humo y vinagre.
Nick aun era joven, en torno a los 30, aunque el trabajo le estaba desgastando, le habían salido canas en su pelo moreno y sus manos ya estaban callosas. Era alto y de complexión delgada, sin embargo, una tripa cervecera se había comenzado a acumular en su cuerpo cuando cumplió los veinte años. Entre sus compañeros había de casi todas las edades: Peter veterano oficial a punto de jubilarse; Milos, de la quinta de Nick, más alto y delgado, esmirriado, que él. También estaba Martillo, un chico joven, bajito pero corpulento y bruto te. Lo llamaban Martillo porque todo lo solucionaba todo a golpes.
En ese momento Peter y Milos, que tenían un problema con el alcohol, se tomaban el primer cubata del día en la parada de media mañana del curro. Nick y Martillo iban mas tranquilos, desayunando una cervezas y el bocadillo que habían traído de casa. Charlaban animosamente porque la noche anterior había partidos y todos eran muy aficionados. La televisión estaba puesta pero a esa hora emitían programas para amas de casa así que no le hacían mucho caso.
Hasta que la emisión cambió. Todo el bar se calló. Todo el mundo quedó hipnotizado viendo las imágenes que ahora emitían.
Eran imágenes de una ciudad ardiendo, aun había fuego y humo negro pero ya se percibía que solo quedaban ruinas. Era una ciudad especial, las agujas de su catedral eran inconfundibles: era la ciudad santa de Vancouver, antigua sede del teócrata. Pero no era un incendio normal, era algo peor. Un ejército, en apariencia poderoso y disciplinado aparecía ahora desfilando. Su estandarte era una cruz esvástica, símbolo de la Coalición fascista.
El locutor, en medio de la expectación de todo el bar, se encargó de aclarar lo que sucedía:
- La Coalición fascista sin previo aviso ha invadido esta madrugada territorio republicano. Por lo que sabemos, la ciudad de Vancouver ha sido cruelmente atacada. No sabemos si ha habido supervivientes, los gobiernos fascistas se niegan a dar ninguna información. El Primer Ciudadano ha querido transmitir un mensaje de tranquilidad a la vez que ha ordenado al Ejército que defienda la integridad territorial de la República.
- Los bolcheviques tenían razón, - vocifero Milos -los burgueses se han aliado con los fascistas para que vuelva el rey.
- No digas tonterías - respondió malhumorado Peter - ya tenemos bastantes enemigos con los fascistas, deja a los burgueses en paz.
Peter y Milos seguían discutiendo entre ellos sobre el inicio de la guerra. Se sumo John el de siempre, defendiendo apasionadamente que la guerra era una putada, pero que "si al menos traía orden".
Nick, siempre muy callado, dejo de prestarles atención y se fijo en Martillo. Su compañero estaba pálido, visiblemente asustado.
- Tendré que ir a la guerra? - le pregunto a Nick.
Nick no se atrevió a responderle. Giró la cabeza y se concentró en la televisión dónde seguían emitiendo imágenes de las tropas fascistas desfilando.
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