Miré por las ventanas traseras de la furgoneta. Cada vez más pequeñita, cada vez más alejada, Helena resistía la acometida de los fascistas hasta que un disparo le alcanzó. Cayó al suelo. Incluso herida intentaba defenderse.
-¡No podemos dejarla ahí! – exclamé.
- ¡Ha intentado matarme! ¡Trabaja para las BAB! - gritó Víctor
- A mi me dijo que e…e…es u...usted el que trabaja para las BA…A…AB - dijo Roger con mucho esfuerzo.
- ¡Vuelve a por ella Pablo! - le ordené al conductor. Pablo me miró preocupado. Saqué mi pistola y se lo repetí: - ¡Vuelve a por ella!
De muy mala gana, Pablo me obedeció. Bruscamente dio media vuelta y aceleró para sorprender a los fascistas.
- ¡Es una locura! –protestó Víctor
Pasé a la cabina y abriendo la ventanilla del copiloto abrí fuego a los fascistas. Estos retrocedieron para protegerse y agruparse, mientras Helena se tambaleaba herida, defendiéndose como podía con el bastón. Pablo frenó lo justo para que Roger abriera la puerta y ayudara a Helena a subir. Yo volví atrás para atenderla.
- Me has salvado la vida - dijo la ciega emocionada y con dificultades para vocalizar por las heridas y el cansancio.
- No podía dejarte atrás.
- ¿Aun siendo de las BAB? –Tosió- Mi objetivo era matar al anciano...
- Aun siendo de las BAB.
Y sin darme cuenta me sorprendí a mi misma cogiéndole la mano a la ciega que, derrotada y herida perdió el conocimiento.
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