Relatos de Jjojismos

· La última bolchevique (concluido), una mujer regresa del exilio y se encuentra con un país devastado por la guerra. Perseguida, deberá aliarse con los compañeros que la traicionaron para luchar por su supervivencia.
· Una nueva historia (en proceso), 1913, han asesinado al hijo de un importante empresario, el detective Jhan, un troglo, no cree que el sospechoso detenido, un trabajador de oficinas mamón, sea el verdadero asesino.
· Jaime (en proceso), la secuela de La última bolchevique. Bella, colaboradora de los nuevos bolcheviques se lanza a la búsqueda del a la par odiado y amado Jaime para evitar una nueva guerra.
· La muerte de Ishtar (en proceso), nos situamos a finales del siglo IV, principios del V. La nueva religión cristiana se abre paso frente a las antiguas creencias paganas. Dos mundos chocan y luchan entre intrigas, persecuciones y aventuras.

lunes, 14 de enero de 2013

Capítulo 4, la ciega 9.

Roger nos condujo por un laberinto de pasadizos. Aquellos túneles estaban muy abandonados y corrían riesgo de hundirse en cualquier momento. El sistema eléctrico, muy precario, fallaba y varios tramos los recorrimos sin luz o iluminados por unos viejos focos que fallaban y se encendían y apagaban intermitentemente. También sufrimos goteras, telarañas y olores fétidos. Pese a todo, era impresionante que toda aquella estructura se hubiera mantenido en pie y oculto del gobierno y las BAB.
Tras varias vueltas, por fin llegamos a una sala que parecía un almacén. Estaba llena de aperos de la construcción, picos, palas e instrumentos llenos de óxido y estropeados por el paso del tiempo. También había bidones, algunos vacíos, otros cubiertos de escombros, una pequeña hormigonera medio rota y una montañita de arena seca, solidificada como si se hubiese mezclado con pegamento.
- E... E... Estamos a seis metros ba...bajo la antigua Casa del Pu… pueblo - nos explicó Roger -. Se construyó en secreto al comienzo de la gue... guerra. Sin embargo, en el momento decisivo no se utilizó –dijo moviendo contrariado la cabeza-. Cu... cuando lo encontré todo estaba abandonado, pero intacto. Tampoco el gobierno lo había des... cubierto. No sé q… q… que pasó. 
- ¿Cómo diste con todo esto? - le pregunté. 
- Estu... tudio historia. Investigaba las ruinas de la Casa del Pueblo y pude ha...hablar con algunos vecinos veteranos. Mmme apasiona la historia del Partido Bolchevique. Tan poderoso y con un destino tan trágico. Sé quién eres - continuó tras un breve silencio - Fuiste liberada juvenil aquí un tiempo antes de la guerra con los fascistas. Creo que luego seguiste a Ja... Jaime. 
Asentí con la cabeza. Por su acento Roger era o llevaba tiempo viviendo en New Haven, pero su piel blanquita y su ropa –de marca, cara- le delataban como un hijo de las clases acomodadas. 
- Tú también me suenas - le dijo ahora a Víctor con gesto de intriga - Creo que vi alguna foto tuya de jo... joven en algún registro bolcheviiii...que. Pero no recuerdo donde...
- Fui bolchevique hace muchos años. Mucho antes de la guerra contra el fascismo. - Explicó el anciano. Roger asintió, pero no parecía muy convencido. 
Seguimos a Roger a otra sala, ésta más pequeña y acogedora, con sillas, un escritorio lleno de papeles amarillentos y varias estanterías con:
¡Libros! 
Siempre me habían fascinado los libros. Ya de niña los estantes repletos de libros me atraían como una mosca a la miel: su olor, su textura, y, sobre todo, su contenido. Podía pasarme horas buscando joyas entre aquellas viejas publicaciones, hoy casi reemplazadas por ediciones digitales. Pero si los libros en general me encantaban, la colección que Roger tenía allí abajo era aún más sorprendente: ¡libros prohibidos y censurados por la República! Había textos de Koprotkin, Kautsky, Hegel o los enciclopedistas, pero sobre todo estaban los clásicos del marxismo: Marx, Engels, Lenin, Rosa Luxemburg, Trotsky... Probablemente era la última biblioteca marxista en toda la República: Por supuesto El manifiesto comunista, El Capital, el Anti-Dühring, el Estado y la revolución, Reforma o revolución, La revolución traicionada… También estaba el libro de Orestes, Crisis de la monarquía y las tareas de los bolcheviques que fue la guía programática y del Partido hasta las guerras.



Corrí hacia aquellas estanterías y estuve un buen rato revisando libro a libro, cogiéndolos, leyendo las contraportadas, abriéndolos, escuchando las hojas, refrescando citas… Me sentía joven entre todo aquel saber. Parecía que aquellos volúmenes me retrotraían al pasado, a mi adolescencia, cuando tenía ante mí todo un mundo para descubrir.
 
Roger, entusiasmado por mi interés, corrió a presentarme aquellos libros:
- La mayoría ya estaban aquí, aunque completé la colección salvando de la hoguera algunos fondos de librerías y bibliotecas. Esta compilación de las tesis y manifiestos de la Internacional Comunista po... por ejemplo, me lo pasó el trabajador de una biblioteca de Cá... Cáledon antes de que el Ministerio Especial de Pacificación lo que... quemara. 

Mientras que Pablo, con un cierto gesto de asco, mantenía las distancias, como si no quisiera saber nada de todo aquello, Víctor sí demostró interés y también se acercó a los libros para echarles un vistazo.  Me hizo una indicación para mostrarme un voluminoso tomo: Breve esbozo de la historia del Partido Bolchevique, Verónica Laera. Cogí aquel libro... ¡al final lo escribió! Recordé que era el gran sueño de Verónica, que pasaba noches en vela pensando en su libro. Cuando me fui de su lado apenas había iniciado el segundo capítulo, pero estaba claro que lo de “breve esbozo” no se correspondía con el abultado resultado final.
Devolví el libro y miré a Roger: 
- Busco a Orestes. Sé que está en New Haven y me han dicho que podrías ayudarnos. 
- Sé dónde está, p…p…pero antes tendrás que hacer algo para mí.

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