Relatos de Jjojismos

· La última bolchevique (concluido), una mujer regresa del exilio y se encuentra con un país devastado por la guerra. Perseguida, deberá aliarse con los compañeros que la traicionaron para luchar por su supervivencia.
· Una nueva historia (en proceso), 1913, han asesinado al hijo de un importante empresario, el detective Jhan, un troglo, no cree que el sospechoso detenido, un trabajador de oficinas mamón, sea el verdadero asesino.
· Jaime (en proceso), la secuela de La última bolchevique. Bella, colaboradora de los nuevos bolcheviques se lanza a la búsqueda del a la par odiado y amado Jaime para evitar una nueva guerra.
· La muerte de Ishtar (en proceso), nos situamos a finales del siglo IV, principios del V. La nueva religión cristiana se abre paso frente a las antiguas creencias paganas. Dos mundos chocan y luchan entre intrigas, persecuciones y aventuras.

sábado, 6 de abril de 2013

Capítulo 7, el mercenario 13.

Cuándo atravesamos las puertas del palacete, el grueso de la manifestación nos recibieron con un tremendo entusiasmo. Aunque estaba atardeciendo, el sol, rojizo, aún brillaba con fuerza, dando más intensidad, luz y color a aquella emotiva escena. 

Khan nos esperaba. El anciano corrió a abrazar a su nieto. Los familiares de los otros niños hicieron lo mismo. Al sacerdote se le saltaron las lágrimas de alegría. Melisán también se puso a llorar emocionada. 

- ¡Lo hemos conseguido! - rugió un hombre fondón y veterano desde un megáfono improvisado a partir de unos altavoces del puerto. 

La gente le respondió con aplausos y ovaciones. Todos éramos muy conscientes del hito que aquello suponía: En Davenport no se daba algo así desde la guerra y, lo más importante, la participación masiva y contundente lo había conseguido: habíamos obligado a la mafia a ceder, sin pactos con otras mafias o sin ningún tipo de pasteleo. Las intrigas y las acciones individuales habían fracasado, habían mostrado su impotencia. Era la primera victoria de las masas de Davenport en mucho tiempo. Inevitablemente me recordó la batalla de New Haven, donde también la acción colectiva de las mujeres de los jornaleros había traído la victoria. Pensé que si había logrado salir con éxito de ambas situaciones era precisamente por aquellas acciones masivas y contundentes. ¿Y si no se hubiera sido así? ¿Y si las mujeres semitas no hubiesen luchado contra los fascistas? ¿Y si aquella gran manifestación exigiendo nuestra liberación no se hubiera producido? ¿Qué me depararían los dos objetivos restantes, Timberlane y Vancouver? 

Miré a mis compañeros: A Víctor, a Helena y también a Pablo. Los tres sonreían, enrojecidos por el sol que ya se iba. Les agarré y nos fundimos los cuatro en un abrazo. A los “chicos” les di un beso en la mejilla. A Helena, un apropiado movimiento de cabeza desvió el beso hasta la comisura de su boca. Ella me respondió con una palmadita/caricia en mi trasero. 

Un grupo de estibadores cogió al nieto de Khan y a los otros niños y se los llevaron en hombros hacia el puerto. El grueso de la manifestación les siguió. A nuestra espalda quedaban los hombres de la mafia, corroídos por la tremenda demostración de fuerza de la clase obrera de Davenport. 

La manifestación no era improvisada, espontánea… Alguien había agrupado y animado a los estudiantes y a los estibadores. Eran los mismos estudiantes que bebían y se drogaban en Infierno, eran los mismos estibadores que se peleaban entre ellos para cobrar la recompensa por mi cabeza… Quizás os preguntareis qué fue lo que pasó durante nuestro encarcelamiento. Os lo explicaré: 

Como ya os relaté, Pablo, en su momento más bajo, se encontró con Melisán, liberada por Número 2 para que informara a Khan de mi fracaso. Melisán, entre lágrimas, le contó a Pablo lo que había sucedido. Entonces, mi compañero sacó fuerzas de flaqueza. Descartó a Laso y buscó en su interior a Pablo. Cogió de la mano a Melisán y fueron juntos a hablar con Khan, que estaba reunido con varios estibadores. 

Khan en un primer momento se enfrentó a Pablo –era su torturador-, pero Melisán intercedió ante el sacerdote y le pidió que le escuchara. Y entonces Pablo trató de utilizar todo lo positivo que había aprendido de Miranda y de los bolcheviques. 

Luego me diría que se inspiró en mí y en Roger en New Haven, pero yo sé que ya estaba casi todo dentro de él. Efectivamente: posteriormente me explicaría que, en su brutal trabajo en las BAB, provocando dolor y sufrimiento, paradójicamente había descubierto como era el alma de un bolchevique, sus convicciones y su fuerza. Miranda le había hecho consciente de ese conocimiento y yo se lo había recordado: valor, audacia, confianza en los trabajadores y en la lucha de masas. 

- Es como si al torturarlos, al hacerles sufrir... se hubieran abierto, sí, abierto a mí. ¡Hasta el punto de conocerlos! ¡De saber valorar su heroísmo, de comprender en que fuerzas se apoyaban para poder resistir las torturas! - me explicaría- Ese conocimiento... positivo, estaba ahí dentro de mi, oculto... Hasta que primero apareció Miranda, y ahora estás tú. 

No sé. Era como si Pablo recuperara gran parte de su dulzura, pero más madura, con una sabiduría e inteligencia que hasta entonces no me había mostrado. Sí, Pablo me demostró que la gente podía cambiar. Que toda lucha interior tiene que resolverse y puede resolverse hacia el lado "bueno", por decirlo fácil y rápido. Hablando con Pablo pensé en Helena y decidí saber más de ella, pero para ayudarla. También decidí hacer todo lo posible por ayudar a Pablo, porque, aunque él no se lo imaginaba, también me estaba ayudando a mí, a recuperar la ilusión y la esperanza en un futuro mejor. 

El caso es que Pablo - volviendo a la historia- reprochó a Khan y a los estibadores que trataran de resolver sus problemas no por ellos mismos, sino apoyándose en otros: o en un sector de la mafia, o en otro sector, o en la Exiliada –que rescatara a sus niños, por ejemplo-, en lugar de actuar ellos mismos, confiando en sus propias fuerzas: 

- Los estibadores sois muchos. Sois fuertes. Controláis el puerto y todo el tráfico marítimo. ¡La mafia domina la ciudad sólo porque estáis desorganizados y dormidos! – ¡Parecía una nueva versión de Karl Marx! -Habéis mandado a mi amiga a una trampa por no arriesgaros vosotros mismos. 

Khan miró a Melisán. La chiquilla se posicionó con Pablo: "Tiene razón", dijo. Khan también lo sabía. El anciano odiaba a Laso Ludovico, por todo lo que le había hecho... Pero quizás entonces no vio a Laso, sino que vio a Pablo, diciéndole la verdad. 

- ¡Basta! - gritó el anciano- ¡Qué tenga que ser mi antiguo torturador el que me abra los ojos! 

Y Khan, líder de la comunidad, dejó atrás los hábitos y se pusieron manos a la obra: 

Hicieron rápidamente una hojita: 

¡Basta de abusos de la mafia! Como ya sabéis, los mafiosos, que constantemente nos extorsionan, han secuestrado a cinco de nuestros niños. Chicos inocentes que no son responsables de nada malo. En esta ocasión han cruzado todas las líneas. Además también retienen a un grupo de ex bolcheviques que se habían ofrecido, desinteresadamente, a rescatar a los chicos. Quieren entregarlos a las autoridades o a un destino mucho peor. Ya está bien de dejarnos pisotear o que busquemos que otros solucionen nuestros problemas. Los jóvenes y trabajadores de Davenport hemos demostrado en el pasado que somos luchadores, que somos fuertes. Es hora de recuperar el valor. Todos en manifestación hacia el palacio del mafioso Rose. Huelga en el puerto y todos a la calle.” 

Era breve pero contundente y lo firmaba Khan con un anagrama que todo estibador lo podía comprender. Melisán y Pablo se colaron en una tienda de fotocopias y, medio hablando, medio exigiéndole al dueño, consiguieron hacer 5.000 fotocopias. Entonces la cría reclutó a sus amigos de la discoteca Infierno para repartir la hojilla por todo el puerto. Melisán es toda una líder: les explicó, les animó y les organizó. Y el efecto que causó, entre los trabajadores, entre las mujeres y los hombres, ver a una decena de estudiantes repartiendo miles de hojas, enfrentándose con decisión al miedo, a la mafia y a la represión, fue eléctrico. Así, los estibadores que estaban con el sacerdote, más renuentes, se quedaron profundamente impresionados y, con muchos más ánimos, también se pusieron manos a la obra.

¡Y se organizó la huelga y la manifestación! Así, en una mañana, como con un chasquido de dedos, como si los estibadores y sus familias sólo estuvieran esperando una señal del anciano para paralizar el puerto y salir a la calle. Y quizás así era. ¡Cuántas veces en la superficie parece que nada se mueve, pero realmente el llamado de alguien con autoridad puede sacar a la superficie todo el descontento acumulado! Los jóvenes y los trabajadores de Davenport odiaban a la mafia y vieron una oportunidad de demostrarlo. Khan no era consciente de su verdadera fuerza, de la fuerza de esa juventud y esa clase obrera explotada y atemorizada. 

Necesitó que su torturador se lo recordara.

¡Impresionante!

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